El Deportivo Alemán viene dando que hablar en la nueva música rock. No solo por su obra sino por todas las tareas de sus integrantes fuera del grupo. Esto es tan grande e interesante que lo denominamos Multiverso Alemán. Ingrese sin dudarlo por este portal interdimensional y a disfrutar.
Por Claudio Kobelt
El pasado 6 de agosto, a un mes del fallecimiento de la inolvidable Rosario Bléfari, se dio en las redes sociales un hecho conmovedor: artistas y fans de toda Latinoamérica compartieron sus versiones y/o recuerdos relacionados con su obra bajo el hashtag #CelebramosARosario. Facebook, YouTube e Instagram estallaron de amor y agradecimiento a esta gran creadora e interprete con innumerables covers de sus canciones. Uno de los más emotivos y compartidos fue el que realizó el grupo porteño Deportivo Alemán de la canción “Partir y renunciar”, originalmente incluida en el primer disco solista de la cantante (Cara – 2001). La versión fue fuerte por varios motivos: la canción en sí (“Tomaste mi lugar/algo se va sin fin /a otra parte” dice la letra apenas comienza), la voz de Fernando Alemán entonando esos versos con solemnidad y tristeza, la labor de Alejo Alemán al mando de una guitarra envolvente con alas de liturgia shoegaze, y una inevitable melancolía a punto de rebalsar por los ojos hasta inundarlo todo. Esta versión, para los no iniciados en la obra del grupo, fue un llamado inevitable a adentrarse en las canciones propias del Deportivo, mientras que para los conocedores de la banda esta pieza no sorprende, ya que si bien no es su estilo, se asocia a la perfección con lo que hacen sus integrantes en otros proyectos, y es ahí donde conseguimos la primera pista, la llave a una puerta fantástica, la del multiverso alemán.
Se denomina multiverso a la serie de universos que conviven con el nuestro en otro plano o dimensión (también llamados “universos paralelos”) y donde se cree que podríamos estar nosotros mismos pero haciendo cosas ligeramente diferentes a las que hacemos en éste. El término es utilizado, también, para señalar al universo cinemático de Marvel, donde cada película de superhéroes funciona por sí sola, y a su vez está conectada los otros personajes creados por Stan Lee. Cada película, cada historieta, cada serie de tv, cada contenido es disfrutable en su individualidad, pero en conjunto se unen y crecen sin parar. Eso sucede con Deportivo Alemán, donde la obra del grupo ya de por sí es poderosa y atrayente, y a su vez los integrantes llevan adelante otros proyectos que sirven para expandir el imaginario de ese sonido.
¿Por dónde comenzar este viaje dimensional? Una recomendación ganadora sería darle play a Manifiesto (2020), el tercer y último disco a la fecha de Deportivo Alemán. Dueño de una fuerza dulce y unas melodías encendidas, resulta difícil encasillarlo en un género o estilo ya que abraza diversos elementos, sonidos y propiedades de propuestas tan disimiles como el post punk, el krautrock, el rock de guitarras, el krautpop, el pop, y más. Aquí se pueden escuchar canciones en primera persona de existencia, combate y derrota, con un ritmo contagioso y un sonido claro, que permite apreciar la labor de cada uno de los integrantes, y donde todo lo que se percibe es por una causa concreta, la más justa y sagrada de todas: la canción. En poco menos de veinte minutos el disco termina y es inevitable escucharlo una y otra vez y una vez más, y después el disco anterior, y el primero, y volver a empezar. Como un juego fascinante que no se puede dejar de jugar.
Los protagonistas de Deportivo Alemán y de todos estos mundos son jóvenes adultos tan rudos como tiernos, suerte de antihéroes en un mundo de adolescentes fashionistas. El mito cuenta que alguna vez, y por breve tiempo, llegaron a ser cinco, pero eso es casi una leyenda urbana, y nos quedamos con la formación sagrada de power trio de hoy: Fernando, alias Pipa, en bajo y voz, letrista de prosa oscura y quien exhibe un claro crecimiento en su interpretación vocal disco a disco; Horacio, más conocido como El Negro, un baterista perfecto, fuerte y equilibrado, justo lo que el Depor necesitaba; y Alejo en guitarra, un trabajador de las seis cuerdas, que sabe a la perfección cuando la canción necesita un latigazo eléctrico, un aire climático o una caricia rítmica.
Y si profundizamos en Alejo Alemán -cuyo nombre de civil es Alejo Auslender– (todos los integrantes del grupo poseen estos apellidos de guerra a la manera de Ramones), no podemos dejar pasar dos creaciones suyas realizadas fuera de la saga Deportivo (pero dentro del gran multiverso, claro). La primera es su faceta literaria: a fines de 2019 Alejo publicó El Coso del Rock (Gourmet Musical Ediciones), un libro con observaciones ácidas sobre la escena del rock under en Buenos Aires. Allí se compilan posteos que el guitarrista realizaba en su cuenta personal de Facebook luego de cada fecha con su banda. Una suerte de bitácora con observaciones y anécdotas sobre los espacios culturales, boliches y bares donde debía realizar su show y el trato con los encargados, el público (o la ausencia del mismo), los grupos con los que compartía fecha, y las vicisitudes de ser una banda independiente en Argentina. Todo descrito con poética, ironía y mucha verdad. Un manual imprescindible, casi una biblia para los habitantes (músicos, gestores, público, periodistas, etc.) de la fauna musical e independiente de nuestra república, y un acercamiento casi documental para quienes desean conocer el tan querido como odiado mundo del “under invisible”, término acuñado por Alejo para referirse a esas bandas que tocan, graban, editan, existen, pero que nadie oye ni ve.
Siguiendo en la saga Auslender, es obligado hablar de La Corona (2020), su disco solista, donde el guitarrista también canta y nos regala un puñado de canciones enteramente inspiradas en la serie The Crown (Netflix). Tonadas que oscilan entre el dreampop lo-fi y el folk espacial con letras dedicadas a cada uno de los personajes de este show sobre la monarquía inglesa escritas en un tono barrial y callejero (“No estaba en sus planes pero lo cagó el hermano, de un día para otro tuvo que hacerse cargo. Le costaban los discursos -era medio tartamudo- pero le sobraba aguante cuando había que plantarse” canta Alejo en “Beto”, tema sobre el rey Jorge VI). El disco es una curiosidad disfrutable de principio a fin aun sin haber visto la serie. Y como perla en el universo de A.A., cabe mencionar que fue guitarrista en una de las últimas formaciones de la banda de Rosario Blefari, donde se lucía en cada oportunidad.
Auslender no fue el único en tener su obra en solitario. Fernando Alemán lanzó en agosto de este año MMXXII, una obra multiforme donde conviven darkwave, folk, country, AOR, rock y canciones para piano y crooner de bourbon en la copa. Una sinfonía polirrítmica y fugaz, que parece beber de diferentes culturas del mundo y la historia pop. La mayoría de las canciones no llegan a los dos minutos de duración (dieciséis para los nueve temas en total) como si fueran en conjunto una banda de sonido urgente para momentos específicos de una película personal. Utilizando teclados, guitarras eléctricas y acústicas, castañuelas, coros y su cada vez más poderosa y dulce voz, Fernando se pone en la piel de un dark reflexivo y nostálgico, que se sirve de cualquier elemento, género e instrumento que tenga a mano para contar un fragmento de una historia sensible que no queremos dejar de escuchar.
Respecto a Horacio “El Negro” Solís, el baterista, la historia no es menor, ya que si bien no posee un proyecto paralelo -o lo desconocemos- viene de ejecutar su instrumento en Superlasciva, histórico y reconocido grupo de rock/pop oriundo de Goya, Corrientes. Si uno de los mejores piropos para decirle a un baterista es que “es un relojito”, en el caso de Horacio, es una máquina de ingeniería suiza, inoxidable, con una pila atómica y conexión 5G. Y aun así no es rígido ni duro, es grácil, fuerte y justo. Según Auslender en El Coso del Rock, el aporte de Solís fue decisivo para afianzar el sonido del grupo y su nueva seguridad cancionera.
Como una precuela a todo esto, existió durante trece años El Pinche Tirano, grupo que reunió entre otros a Fernando, Alejo, y Cano, quien fuera baterista en el primer disco de Deportivo Alemán (y ahí otro mundo posible emerge). Si bien en la banda ya se percibía cierto perfume de lo que fue después el Deportivo, las canciones estaban vestidas de un rocanrol melancólico, con una propuesta más simple, directa, más suelta, y sin la contundencia y golpe del combo germano de la actualidad. El Pinche era otra cosa, pero fue la base, la nave madre de esta invasión. Lo dicho: El multiverso alemán no deja de expandirse y dejar una obra vibrante a cada paso de sus planetas. Desde aquí alentamos a adentrarse en estos diversos mundos de perdedores recios pero adorables, de canciones tristes pero energéticas, de sonidos libres de etiquetas, de una búsqueda honesta. En este ensayo para el fin del mundo que vivimos en estos días, quizás sean estas piezas, las de los superhéroes del Deportivo Alemán, su incansable exploración y sinceridad, las únicas que nos puedan salvar.
