Llena de luces y de sombras, Marionetas es la historia de dos familias, una en el pasado y otra en el presente, que se enfrentan a la imperfección de la mente humana. El protagonista que habita ambos espacios temporales nadará a contracorriente para intentar salvarse
Por Stefania Agoglia
Marionetas es un libro publicado en 2019 por Cía. Naviera Ilimitada, escrito por Alex Pheby, autor inglés, y traducido por Martín Gambarotta. El libro es un viaje subacuático por la mente de Daniel Paul Schreber un reconocido juez alemán de finales del siglo XIX y principios del XX.
Basado en hechos reales, la historia de Schreber fue estudiada como uno de los casos más famosos de psicosis por figuras como Freud y Lacan. La sinopsis dice: “Explora las profundidades de una mente perturbada en su intento por no confundir lo inconsciente con lo real (…) Una novela luminosa y trágica, intensa y poética, sobre lo que significa ser humano”, y aunque pocas veces las descripciones del libro captan su esencia, en este caso Marionetas está resumido perfectamente en esas frases.
“El soplo de la brisa vespertina alcanzaba para que sus nervios comenzaran a vibrar como una cuerda de piano, afinada en un tono tan alto que el aire se percibía en forma de dolor en todo su cuerpo: en los huesos y en el hígado, quemando la vejiga, evocando reacciones en cada órgano. No paraba ahí: el dolor afectaba las funciones de los órganos. Había dolor en la purificación de los humores del cuerpo, en la imaginación que se generaba en la mente, en el correr de la sangre, en el registro de la percepción visual. En todas las esferas donde la representación del dolor era posible, ocurría.”
Después de ser testigos del supuesto origen de la enfermedad, esa primer hendidura que destrozará su vida, acompañamos a Schreber en el naufragio que procede al hundimiento. No vemos los episodios psicóticos en su peor momento sino que despertamos en los que podríamos decir que el juez encuentra una cierta lucidez. Nadamos entre pasado y presente.
A veces a contracorriente con el esfuerzo de Schreber por volver hacia atrás para tocar los recuerdos eléctricos de una niñez particular, regados de duelos tan vívidos como si allí nunca hubiera trascurrido el tiempo, que son traídos a la superficie por disparadores cotidianos o gracias a la insistencia de personajes difusos que lo acompañan. Otras veces tan despacio que el cambio de escenario ocurre entre dos suspiros, como aire fresco. Las transiciones son poéticas, envuelven, difuminan apenas el tiempo presente, vamos y venimos con total naturalidad.
El personaje se enfrenta a una batalla que sabe perdida, nunca podrá contra él mismo. Del encierro interno pasará a otro más tangible, primero entre las paredes familiares de su casa luego entre las paredes hostiles de un psiquiátrico. “La habitación a duras penas merecía ese nombre. Una habitación, como mínimo existe para encapsular un espacio vacío a fin de que se le pueda asignar una función (…) Solo cuando un hombre se hallaba dentro, adquiría una función: entonces se convertía en una celda, un lugar que encapsulaba espacio entre cuatro paredes y en el que quedaba contenido el hombre. Si se lo sacaba de allí, el lugar dejaba de ser una habitación y se transformaba en lo que era: paredes, un suelo y un techo.”

El estilo de Pheby es impresionante, seduce en descripciones. Cada detalle es importante para la idea que quiere trasmitir, ninguno está de sobra, al contrario le aportan vida al relato. Nos permite ser espectadores en el momento exacto de vacilación en que alguien va a abrir una puerta y siente el frío del picaporte mientras escucha el sonido del viento que llega desde la ventana del otro lado del pasillo o se detiene a mirar el polvo que se junta en el marco de un cuadro en la pared.
A pesar de la obsesión por los detalles el relato no frena, nos lleva sin disminuir la velocidad por una historia que, aunque en parte trascurre entre cuatro paredes, nos eleva en un viaje por el tiempo y el espacio. Y nosotrxs lo seguimos con gusto, intrigadxs y atentxs.
“Durante las últimas semanas pareció recuperarse. La familia estaba feliz, primero con el entusiasmo cauteloso que se siente ante una mejoría y después, cuando uno se atreve a darla por sentada, con la felicidad menos aguda, pero más profunda que remite a los días anteriores, cuando no había grandes preocupaciones: una felicidad más dulce, con la conciencia de que se ha superado algo terrible.”
Los personajes, diálogos, descripciones, la trama, todo está al mismo nivel. Pareciera que no hay huecos, no hay partes descuidadas en todo el relato. Una historia en que nada está en su lugar pero todo encaja, todo fluye.
Otro punto importante es la voz elegida para contar esta historia, tomando como fuente primaria al propio protagonista, investigado en los diarios personales de Schreber y los escritos que más tarde analizarían su caso. Esto causa el efecto deseado: la desesperación tiene otro gusto al ver al juez en esos escasos momentos de lucidez, no somos testigos de la lamentable degradación de un loco que delira, que tal vez sería más “fácil” de asimilar, incluso de llamarnos la atención, sino que vemos la desesperación de alguien que despierta y no entiende que hace allí, que quiere volver a su antigua vida porque cree que la tormenta ya pasó.
Este libro tiene la capacidad de contar algo terrible de una manera exquisita, melancólica, sin aprovecharse de lo atractivo del tema. Lo trata con respeto y lo cuenta de una forma preciosa. Llena de luces y de sombras, Marionetas es de alguna manera la historia de dos familias, una en el pasado y otra en el presente, que giran en torno a la imperfección de la mente humana y ninguna de ellas supo qué hacer frente a ese desafío.
Ficha técnica
• Título: Marionetas
• Autor: Alex Pheby
• Traducción: Martín Gambarotta
• Editorial: Cía. Naviera Ilimitada
• ISBN: 9789874682741
• Edición: 2019• Número de páginas: 272