Stereolab - Instant Holograms on Metal Films
Stereolab - Instant Holograms on Metal Films

Stereolab – Instant Holograms on Metal Film

Lejos de repetir su fórmula, Stereolab ha vuelto para expandirla. Este disco no revoluciona su lenguaje, pero lo reencuentra con una honestidad y una precisión que muchos regresos desearían. Instant Holograms on Metal Film es un artefacto sonoro extraño: hecho de materiales del pasado, pero construido para resistir el presente.

Por Caro Figueredo


“Cada época no sólo sueña la siguiente, sino que soñadoramente apremia su despertar”, sentenció Walter Benjamin en 1971. El filósofo alemán no quería significar un ejercicio de nostalgia, sino, al contrario, pensar cómo encontrar en los restos del pasado una chispa que ilumine el presente. Dentro del desarrollo de la música puede haber retrocesos y avances sonoros, y, como en este caso, todo junto una misma obra. La línea de tiempo musical merece este tipo de retos para demostrar a qué puede resonar el futuro. Un futuro, tal vez, más ligado a la escucha delicada y dedicada por sus múltiples facetas. El famoso retrofuturismo en su esplendor.

Tras quince años de pausa creativa, Stereolab vuelve con Instant Holograms on Metal Film, y la sorpresa no es tanto que hayan regresado, sino cómo lo han hecho: sin nostalgia barata, sin guiños forzados a las nuevas tendencias, y con esa mezcla tan suya de pop robótico, psicodelia suave y letras que invitan a pensar sin sermonear. Dentro de un juego de memoria sonora y experimentación tecnológica, el grupo franco-británico liderado por Tim Gane y Lætitia Sadier ha encontrado en este disco una manera de hacer presente su legado sin sonar autoindulgente, resucitando su propia fórmula kraut con una madurez que no pretende actualizarse al mercado, sino expandirse hacia adentro.

Stereolab, recordemos, nació a comienzos de los ‘90 como una rareza que combinaba el minimalismo del krautrock con armonías vocales inspiradas en el pop sesentero francés. Pero su marca distintiva también fue ideológica: un pop político, abiertamente marxista y existencialista, que nunca subestimó la inteligencia del oyente.

En Instant Holograms on Metal Film, esa búsqueda se renueva. El álbum abre con “Mystical Plosives”, un fragmento casi ceremonial que establece un tono abstracto, con texturas segmentadas que suponen una escucha activa, casi arqueológica. Pero es en el segundo corte, “Aerial Troubles”, donde el disco cobra cuerpo: el clásico pulso repetitivo de la batería, sintetizadores burbujeantes, y la voz de Lætitia desplegando su tono sereno e intelectual -y sobre todo profundamente humana- sobre una melodía que parece flotar por encima de un mundo distorsionado.



“Melodie Is a Wound” es el corazón emocional del álbum: una composición extensa (7’:37”) que oscila entre el mantra sonoro y la confesión íntima, donde la herida no se cura sino que se transforma en patrón rítmico y sentido. El título no miente: la melodía, en Stereolab, duele, porque insiste, porque no desaparece. Junto a “Inmortal Hands” componen una sucesión de percusiones cálidas con un groove cuasi jazz que se entrelazan mediante un órgano hipnótico. Se podría decir que, a esta altura del recorrido, nos recuerda a las mejores partes de Dots and Loops (1997).

Esa remembranza -bajo ningún aspecto en modo copia- perdura en el quinto track y tal vez no nos abandona hasta el final del larga duración, producido por ellos mismos. “Vermona F Transistor” rinde homenaje a la era analógica: los efectos sobre el sintetizador simulan un amplificador de válvulas, mientras la percusión metálica le brinda un sonido cálido y orgánico. “Le Cœur et la Force” continúa la onda etérea con esa voz que remite a un quiebre tierno en primer plano. Estamos hablando de pop, pero ni tonto, ni pretencioso, ni cuadrado. Es lo que han logrado construir desde el comienzo de su carrera.

En este sentido, “Electrified Teenybop!” parece ironizar sobre el estado actual de la cultura pop y rompe un poco el esquema anterior al jugar con una especie de funk modular que podría ser banda de sonido de alguna serie de videojuegos soviético. Sin temer caer en excesos, la banda parece permitirse una sonrisa visible e invita al baile descontracturado. “Transmuted Matter” hace foco en una cadencia sexy a través de capas y capas de texturas que se agrupan y deshacen, buscando más el efecto atmosférico que la canción como estructura.



Hay momentos donde la colaboración con músicos de la escena experimental de Chicago (como Rob Frye, Ben LaMar Gay y Cooper Crain) aporta flautas, clarinetes, percusiones acústicas que matizan el carácter artificial del sonido. Así ocurre en “Esemplastic Creeping Eruption”, una pieza que evoca a Sun Ra en clave digital. “It’s dark, it’s dark”, una línea tan sencilla como esa se cuela en nuestras cabezas como un mantra. “Yo pertenezco a la tierra/ No soy su propietario/ Revolución permanente, cuyas implicaciones/ Aún están más allá de nuestro entendimiento”, como parte de las líricas de “If You Remember I Forgot How to Dream Pt. 1” bregan por las dos mitades de una unión: un sueño que se olvida al recordarlo, algo cercano y lejano a la vez, una idea que sintetiza muy bien la poética del grupo. Como comienzo del fin del disco, le da al disco un formato no lineal, sino -quizás- espiralado. 

Entonces, “Flashes from Everywhere” y “Colour Television” funcionan con la calidez de la luminosidad en otoño. Voces en coro (en la primera) y referencias al estilo yé yé (en la segunda) apelan a la melancolía sin volverse sentimental. Hay algo deliberadamente anti nostálgico en este retorno: no están mirando hacia atrás, sino hacia los costados, hacia las posibilidades no exploradas. Y aquí es donde la forma final estrambótica referida antes llega: “If You Remember I Forgot How to Dream Pt. 2”, con su alegato sobre el poder de decisión, deja claro que este trabajo está más cerca de la experiencia sensorial que del consumo. En una época saturada de estímulo inmediato, Stereolab sigue proponiendo la escucha atenta como forma de resistencia.


Nada en Stereolab es lineal: ni su música, ni su historia, ni su manera de volver. Instant Holograms on Metal Film no reinventa al grupo, pero reafirma su maestría en fusionar melodías pop retro con matices lounge, exploraciones electrónicas y un trasfondo crítico. A lo largo de 59 minutos y 40 segundos, este undécimo disco marca un regreso tanto emotivo como reflexivo, que evidencia la capacidad del dúo formado por Gane y Sadier. Escuchar este trabajo es entrar en capas de sonidos cruzados que mantienen una coherencia con su lenguaje musical. Una visión arqueológica del pasado proyectada al porvenir.  



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