Mis peores enemigos

Mis Peores Enemigos – Tiempos Mejores

El disco debut de Mis peores enemigos, Tiempos Mejores, sorprende con poética y acordes directos que, al cruzarse, se superponen. De esta manera, se produce una compleja red de incertidumbres, de cambios, de asperezas y de dulzuras. En esta nota, reseñamos el trabajo y explicamos por qué lo recomendamos.

Por Caro Figueredo


Unos acordes de guitarra suaves e, inmediatamente, una coalición entre todos los instrumentos da la bienvenida a Tiempos Mejores. Poco faltará para que “Constantemente” muestre su verdadera esencia: la disonancia etérea que acompañará a todo el disco, y esa búsqueda sonora entre indie, emo y shoegaze. El choque no aspira a ser meramente una imagen alegórica. La letra de este primer track remite directamente “El héroe de la navidad” de Él Mató a un Policía Motorizado, con los encontronazos entre autos, chicos en busca de atención y guitarras bien primeros-dos-mil.

Los integrantes de Mis peores enemigos (Tomás y Julián Granero, Julián Nahuel Palmeri y Constanza Montes Pita) firman en conjunto los créditos de todos los temas de este larga duración, de producción también propia. Esto es un modo a destacar de la propuesta, que abraza la amistad y el compañerismo como bandera.

Seguidamente, y de igual modo, unos pocos compases son el portal al desconcierto distorsivo. En “Es tuyo, cuidalo”, el segundo track en cuestión, ese caos placentero y porciones de melodías pop se retroalimentan una y otra vez. Entre reminiscencias a las mejores baladas de Deftones, encontramos una poética directa de existencialismo juvenil. ¿Quién no fantaseó alguna vez con los rieles mientras viajaba en el Roca? El desamor, a veces, no necesita de rodeos para hacerse presente. Con el verso final, susurrado por Constanza, “Me acuerdo cuando los dos/ soñábamos con un mundo mejor”, queda demostrado.

“Desde cero” pareciera una continuación de la anterior, en tanto arquitectura de la canción y la letra. Justamente, las letras francas e inmediatas serán una constante en Tiempos Mejores. Canciones como “Lo arruinaste otra vez” (climática, con sintetizadores intrigantes) o “Cosas que tenés que saber” (mitad ensoñadora, mitad explosiva; unida a la anterior por un rasgueo suelto, descuidado, lo que le da un marco más explícito al DIY) hablan desde sus nombres de la famosa urgencia artística. Que muchas veces tiene que ver con la edad, y otras con una exploración desde una postura iniciática. 

“Los días/las horas”, una cabalgata rítmica, suplica -con la necesidad física y emocional que se percibe desde la portada del álbum- que esa persona regrese. Y nos prepara para el final. Leyendo el tracklist, se podría pensar que el último tema cerraría con esperanza para el futuro. Sin embargo, “No está todo tan mal” se trata de una canción oscura, pesada, lenta, un shoegaze estructurante similar al de la banda inglesa Ride. Julián toma el lugar de la voz para decir: “No me odies no puedo secar/ tus lágrimas/ y las mías”. Preciosa manera de terminar este disco y marca generacional. 

En la agrupación del sur del conurbano bonaerense, los momentos de calma pop conviven con remolinos de distorsión y confusión: los cortes llevan a cambios inesperados, sorprenden con sus decisiones rítmicas, desorientan al oyente descuidado. Todo esto convierte a las composiciones del trabajo en una encrucijada en la cual varios senderos podrían tomar una dirección, pero siempre toman la menos esperada. En síntesis, una hermosa experiencia. 




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