Uno de los artistas del que se habla y mucho en estos tiempos editó su primer álbum. El Nota presenta Subidos al pony: un disco con predominancia en sonidos de los 90, letras que toman la senda del verso y una ironía a prueba de haters y de progres.
Por Martin Silva
Llegó al disco uno de los artistas más recomendados de la actualidad. Nazareno Nota juntó algunas canciones que venían de años antes, le sumó unas producciones recientes, se armó de una gran banda y de este modo logró plasmar un trabajo que, desde el título, redobla con ironía cualquier crítica hacia su arte y la posibilidad de crecer y trascender la escena local. En La Linterna, escuchamos y te presentamos una posible interpretación de Subidos al pony, primer disco del Nota.
“Pero mi mente no me deja” abre el envío de manera espesa e inquietante. Base rítmica que se rompe en cualquier momento, mientras el alarido sentencia la mala suerte de alguien a quien su mente no le deja ejercitar el perdón y la comprensión. Luego aparece “El francés”, que continúa con el brillo guitarrero noventoso, la potencia de las baterías y un bajo también brillante. Por momentos parece una versión local de Foo Fighters, pero pronto la poesía nos sitúa en tiempo y espacio.
Y eso ocurre con “Es una enfermedad más”, tercer track y tal vez uno de los momentos de mayor intimidad del disco: “a veces pienso que aún no me he escapado de mi/ y no sé de dónde venís, no me fijo por fijarme en mi/ y encontraré la muerte mirando ese río: es una enfermedad más”, se desgarra Nazareno. Y toda la canción es una secuencia narrativa que revela lo hiriente que pueden ser los propios pensamientos.
“Le conté a mi psicólogo de vos” es un himno. Llevadera como pocas, es uno de los puntos más altos del disco y tal vez del año. Canción emblema del Nota y de los tiempos que corren, donde el protagonista pretende dejar de sufrir por amor. En la actualidad, con la proliferación de las ofertas de tratamiento, muchos de los problemas personales parecen tener solución en un profesional de la salud mental; de eso, tal vez elija reírse el artista, pues los psicólogos –a pesar de las presiones de laboratorios y asociaciones gremiales- no pueden recetar clonazepam.
Lo primero que se aprecia es que se trata de un disco alejado del low fi que el artista militó en sus primeros años. De hecho, está producido por el mismo Estanislao López y bajo el auspicio del sello Hora Cero Records: tal vez el movimiento social ascendente al fin le haya tocado a alguien de la clase baja. Lo que sigue es “Los impresentables”, corta y precisa. Con una lírica al servicio de la ironía, el desahogo y la denuncia. Y todo a los gritos: “¡Sonreí Javito que acá te van a dar de comer!”; “No digas qué sientas a menos que lo cantés”; “Mi alma es barata, obvio que lo haré”.
“Movimiento social ascendente” es una crítica certera a la pretendida amplitud y tolerancia progresista hacia las clases bajas. Que pinta a los pobres como los quieren/necesitan: “Tengo la disonancia adecuada/ y una incomodidad moderada/ siempre doblando sin romper/ soy alto agente de la modernidad/ es que solo quiero acceder a los beneficios de la sociedad”. El tema que le sigue es “Complacerte”, que comienza con un acústico confesional en cuanto a lo amoroso y termina con el abandono de la causa.
En rigor de verdad, hay en todo el disco un despliegue de conceptos teóricos por demás interesantes. El primero y obvio es el de las personas con algún tipo de neurodiversidad. Pero pronto aparece la relación entre las capas sociales medias y bajas. También el desamor, a causa de la dificultad que tienen las personas para relacionarse, que es propia de los tiempos. Una obra plena de contexto socio-emotivo.
El disco comienza a despedirse con un tema titulado “Gaby Caniza”, así, con un nombre propio y una reminiscencia al cancionero vernáculo de finales del siglo pasado. Mientras que el final está destinado a lo épico: “El rap”. Base clásica y un poco rústica de rap, sobre la cual Nota comienza a rapear. Aparecen algunos falsos inserts de mensajes de audio. De pronto es Nazareno quien frasea, tal vez en un juego con su propio nombre, el estribillo de “Pescador de hombres”, canción tradicional de la iglesia católica.
Y así, entre el rapeo de Nota y la oración de Nazareno culmina Subidos al pony. Un trabajo esperado y recomendable, de un artista llamado a trascender la escena. De hecho, los créditos de producción y difusión del disco dan cuenta del interés que Nota despierta.
Uno de los puntos fuertes es su frescura, sobre la cual realiza una mirada crítica a los procesos sociales, políticos y afectivos de una argentina corrida hacia la derecha. A lo que se suma un lenguaje llano y explícito. Un disco que desnuda la propia condición y limitación, como plataforma de proyección a lo que puede llegar a venir, a lo que vendrá.

