La banda canadiense Preoccupations canaliza tensiones crecientes con “Ill at Ease”. El cuarteto desata una percusión atronadora y guitarras fulgurantes para trazar un paisaje sonoro de terror existencial con base en los sintetizadores: un fin del mundo lento, implacable y, paradójicamente, eufórico.
Por Caro Figueredo
Hay discos que no cierran con una sola escucha. Están aquellos que se van fortaleciendo con una sucesión de plays. Esto sucede con Ill at ease, quinto álbum de la banda Preoccupations, una de las más reconocidas de la escena alternativa canadiense. En principio, parece lejano a sus primeros trabajos, tan potentes ellos. Y una sensación de desvanecimiento se apodera del oyente, pero luego se puede encontrar el sentido cabal de la obra.
Tal vez no suenen enérgicos como en el homónimo (2016) o en el debut (2015) cuando titularon al larga duración Viet Cong, como se llamaban al inicio de su carrera. Un baño de corrección política hizo que se cambiaran de nombre por uno menos polémico. El Frente Nacional de Liberación de Vietnam era demasiado si querían traspasar las fronteras de su pequeña y pujante Calgary natal. Aún así no perdieron su componente socio-político como opción estética.
Si bien las disonancias y el zumbido no están tan presentes aquí, mantienen dentro de un imaginario cercano al pop y al synth su impronta sombría. Preoccupations no deja de ser una banda del post-punk, por más que se sumerjan en nuevas olas. Y si de new wave se trata, Ill at ease es deudor de aquellas agrupaciones de fines de los 80s que, como The Jesus and Mary Chain o las guitarras de Cocteau Twins, reinaban en la reciente MTV. Como así también de las películas distópicas de desastres nucleares. Los canadienses podrían musicalizar perfectamente este presente que avanza lentamente hacia el apocalipsis.
Se trata de un apocalipsis con ocho canciones y 38 minutos en las que predominan las baterías marciales, los bajos espesos y las guitarras chirriantes como espadas sobre el hielo. Y con una voz áspera que apela oscuramente al amor entre ruinas. La crisis de la posmodernidad puede ser descrita con fatalismo o puede entregarse al gozo verdadero. ¿Cómo es posible? A medida que las líricas del vocalista/bajista Matt Flegel adquieren un tono más lúgubre, el ambiente del disco se torna cada vez más animado. En ese doble juego se encuentra la gracia y la esencia de esta producción.

Por ejemplo, con ira, Flegel clama en el estribillo de la canción “Sken”: “No puedo creer que el apocalipsis esté tardando tanto”, para luego susurrar emotivamente: “Eres lo único que me mantiene tranquilo”. Según los irónicos parámetros de Preoccupations, aquello roza una balada romántica.
El guitarrista Daniel Christiansen y el baterista Mike Wallace componen con el tecladista Scott Munro (co-productor junto a Flegel) la formación. Juntos logran que “Focus”, “Andromeda” y “Krem2” sean las canciones más logradas. También se destaca “Bastards”, bien pop, con Flegel que canta sin despeinarse “Quizás, cuando sientas que todo se derrumba/ No quede nada para disfrutar/ Creo que estamos listos para el asteroide”. Mientras que en “Focus”, el elegido para la apertura, se aventura en lo psicológico para desahogar su frustración: “Hago todo lo posible/ Para olvidar todo lo que sé/ Pero no puedo quitarme la vergüenza de los errores que cometí”.
Lejos de la experimentación y los choques rítmicos de antaño, Preoccupations presenta una propuesta accesible, reflexiva y armoniosa entre todos los tracks. El trabajo discográfico se mueve por arenas industriales, future-disco y el nombrado new wave sin perder la impronta dark. El sintetizador de Munro opera como línea conductora sobre los demás instrumentos y le otorga una cierta luminosidad al disco, si eso es posible. El inconformismo o inquietud que se referencian en el título tienen un correlato al espíritu de “cabaret gótico” que predomina en la lista de temas. Con gélidos paisajes sintéticos, este puñado de canciones multiformes demuestra que se puede bailar entre penumbras.