El llamado de la violencia es el disco que acaba de editar Semilla Negra, banda que lideran Walter Lezcano y Danzi. Un llamado explicito, mensajes directos, una propuesta que intenta conectar con las tradiciones de lucha sobre una base musical contundente. La Linterna conversó con sus protagonistas de este artefacto para chocar la realidad
Por Martin Silva
Semilla Negra es un combo de música y lírica explosiva creada en y para los tiempos que corren. Hablamos con Walter Lezcano y Danzi, protagonistas y hacedores del proyecto, sobre el disco que editaron, y las formas de estructurar una propuesta musical explicita.
Walter Lezcano es poeta, periodista, escritor y –ahora- cantante. Su proyección en el tiempo podrá hablar de uno de los mejores periodistas, que ha sabido describir los tiempos que corren, con sus hechos y personajes. Desde la novela Luces calientes (Tusquets, 2018) a las decenas de poemarios y biografías como La belleza del ruido. Una aproximación al viaje de Suárez y Rosario Bléfari (Gourmet Editores, 2024), la mirada de Lezcano ha sabido centrar la atención en los aspectos fundamentales de la cultura popular independiente. Danzi es músico y productor, supo ver la oportunidad y se lanzó al desafío: “en el verano de 2024 nos conocimos con Walter y en alguna charla deslizó de forma liviana y como al pasar que tenía la fantasía de hacer un disco; hablamos para juntarnos a charlarlo y al toque las fichas fueron cayendo una sobre otra; llegando a noviembre pensamos que sería bueno grabarlas antes de la dispersión de fin de año, y el resultado es este disco”.
El llamado de la violencia es un trabajo crudo, denso y certero. Un dialogo con las corrientes de pensamiento antirracistas y antifascistas, donde la apelación a la violencia tiene como telón de fondo una formación no tradicional de batería, bajo y trompeta.
En nombre de Dios
Entre las bandas que plasmaron propuestas de sonido con base en la dupla batería-bajo está la referencia inevitable de Dios. La agrupación que supieron construir Javier Aldana y Tomás Nochteff en las bases y la poética de Pedro Amodio, contenía una postura existencialista ante una realidad neoliberal que arrasaba con toda ética que se le cruzara. Sus letras, la potencia de la música y un discurso crítico, eran una oscura pintura de la decadente y ya naciente posmodernidad argentina.
Más aquí en el tiempo, las Dum Chica tienen algo de esa propuesta, sobre todo la impostura estética y la potencia musical. Pero Semilla Negra recoge también la necesidad de vociferar el descontento.
Walter Lezcano: El de Dios, de movida, fue un disco que me súper encantó, lo escuché en tiempo real y me voló la cabeza. Pero también, de algún modo, me interesó que cada uno vaya sintiendo algo respecto de lo que estaba haciendo el otro y que eso vaya generando un cúmulo de cosas que nos permitieran elegir qué nos sirve para cada canción.
Danzi: Quienes conocen la banda Dios reconocerán inmediatamente su influencia. Fundamentalmente en la fuerza del triángulo batería-bajo-voz como unidad elemental, pero nos interesaba mucho que hubiera algún elemento o personaje un poco más libre y descontracturado que pudiera incorporarse a ese mapa sonoro desde roles y calidades diversas, que le aporte algo más de precisión y de vértigo al estado de ánimo general.
De ese modo, a Aro Invernizzi en batería y Carola Zelaschi en bandejas, se sumó Lucrecia Frassetto en la trompeta. El último toque lo aportó Guido Coto, quien terminó grabando las baterías del disco. Danzi, a cargo del bajo y la producción, plantea que “la principal virtud de la banda en tanto suma de individuos es que todes están muy acostumbrades a pensar en la música más allá del embudo que implica comprometerse con cierto instrumento”.
Otro de los trabajos destacables, es el que debió realizar el propio Lezcano. Acostumbrado a recitar poesías en plan rocker, esta vez debió mudar su piel para entablar esa conversación con sus compañeros y compañeras.
La Linterna: ¿Se te hizo trabajoso pasar del recitado a cantar? ¿Tuviste que adaptar la escritura?
WL: Ese fue el proceso más revelador para mí, hermoso. Ver cómo ir utilizando la voz, porque en un comienzo trabajaba con los poemas completos, que ya los tenía escritos y me había aferrado mucho a los textos. Entonces, con el correr de los ensayos, me fui dando cuenta que el territorio sonoro que estaba surgiendo no requería tanto texto. Porque había algo que se estaba generando y tuve que ir acortando los poemas y entender de manera intuitiva. Fue toda una aventura esa parte de ir desprendiéndose del poema para encontrar la lírica de la canción. Y, en ese sentido, quedaba mejor una voz que dialogue con los instrumentos desde algo cercano al recitado, o algo más cercano al canto. No soy cantante, no me siento cantante, no quise cantar en el disco. Mi mayor preocupación fue que la voz pueda pronunciar cosas que entren a acoplarse con los instrumentos y que pueda pararse de manos en el territorio sonoro que iba apareciendo.
El llamado de la violencia
Una tras otras, las letras de los ocho tracks llaman, incitan a la acción; ponen en cuestión e intentan subvertir el orden establecido: “todos los ricos en argentina tienen la sangre de nuestros antepasados”, sentencia Lezcano en “Propiedad privada”. Y los ejemplos sobran, Uno tras otro, los mensajes son directos: en este discurso tampoco hay parábolas ni elipsis.
WL: la verdad es que la propuesta ideológica no está distanciada de la propuesta musical: las palabras están acompañadas de la música. Se retroalimentan entre el mensaje, el uso de la voz y la instrumentación que se eligió para cada canción. Lo que intentamos hacer son artefactos sonoros que puedan generar algún choque con este momento. No nos alcanzaba solo con las palabras -que son muy directas y tienen un contenido de tensión- sino que hacía falta música que se vuelva un vehículo también de exploración y de confrontación política.
Si hay algo característico en la obra de Lezcano es su ubicación en el campo de la cultura popular, con rasgos críticos. A eso se agrega la explicita incitación a la acción: “creo que la época necesita en este momento claridad y búsqueda de honestidad. Entonces, también por eso traté de acompañar los sonidos que surgían con esas palabras que eran muy específicas; y que se entiendan bien qué es lo que queremos decir, a dónde queremos ir y cuáles son nuestros enemigos; y quienes queremos que sean nuestros aliados”.
Los sonidos que terminan acompañando la lírica incendiaria no se queda al margen. En una estampida, un remolino que arremete con cada golpe de la batería, con un bajo montado al ritmo; y de pronto aparece la trompeta, como surfeando, formando con su estela melodías unas veces armónicas y otras disonantes. Por momentos suena algo cool, con samplers y arreglos refinados (“Propiedad privada”); por otros el hardcore se apodera del ambiente (como en “Por qué lo hacés?” o “Listo y pillo”). Y siempre a punto de estallar, como todo llamado urgente.

Walter Lezcano – Foto Filba 2025
LL: Es un disco que tiene un contenido político directo. Esto no es muy común en la escena independiente actual…
WL: Ahora sacamos este disco. En el caso que surjan recitales y la posibilidad de ir circulando, nos enteraremos qué pasa con la escena. Hicimos este disco porque lo necesitábamos nosotros y nosotras: que suene de esa manera, decir las cosas que estamos diciendo, ponerle ese nombre al disco. Fue como tomar las armas que tenemos a nuestro alcance. Pero también tratar de hacer canciones que nos parezcan buenísimas, que las podamos defender y bancar desde muchos lugares: lo político, lo sonoro, del modo en cómo está estructurado el tema.
LL: ¿Hay una razón por la que el disco tiene canciones cortas, de menos de dos minutos?
D: Hay un espíritu punk súper presente en lo que tiene que ver con el estilo musical y muy rápidamente el proceso compositivo se ordenó en torno a la consigna “una idea: un tema; dos ideas: dos temas”. Queríamos que fuera intenso, preciso, caliente, fácil de tocar y rápido de entender. La brevedad se presentó como un buen marco para todo aquello.
En definitiva, el trabajo que presenta Semilla Negra bien podría ser atendido como el sonido de los tiempos. Una respuesta a un presente de continuas injusticias. Si el disco de Dios estuvo marcado por la decepción ante la realidad depresiva del menemismo, El llamado puede interpretarse como una réplica, una contestación ante la opresión mileísta. Una y otra respuesta se parecen en el espíritu crítico, pero mientras que la resolución de la depresión puede ser individual, se necesita de otros, otras y otres para terminar con la opresión.
El desafío está en saber hasta qué punto una realidad que duele y golpea puede ser chocada por este artefacto político-musical. Y cuantas de las lujosas torres de edificios que ilustra la fotografía de la tapa quedarán en pie, si es que el llamado es atendido.
Discos que marcaron la vida
Como es costumbre, La Linterna consultó por las influencias musicales que fueron marcando a los y las artistas. En ese sentido, Walter Lezcano nos comenta: “Más que canciones a mí me pasó con discos, yo soy más de escuchar los discos enteros. Entonces te mencionaría uno discos a partir de los cuales cambió mi vida; o sea, que mi vida era una y a partir de haber terminado de escuchar ese disco yo era otro”. El resultado es un atesoramiento sonoro para disfrutar.
Ramones – Ramones
Never mind the bollocks – Sex Pistols
Live 1966 – Bob Dylan
Is this it – The Strokes
The Deram anthology – David Bowie
Blue – Joni Mitchel