La banda porteña Fuun presenta un single-adelanto de lo que será su inminente EP INMUNDO, entre pedales shoegaze, trozos de naturaleza y críticas a la urgencia de “ser/estar” en este mundo de subjetividades algorítmicas que atraviesan lo virtual y lo real.
Por Caro Figueredo
Como en una mañana gélida en el que un sol repentino tras las nubes genera un pequeño encandilamiento a la vez que algo de esperanza, el sonido de FUUN se abre paso como esa luminosidad entre capas de distorsiones y voces cálidas. De la misma forma, con una insistencia guitarrera casi claustrofóbica y una búsqueda que gira alrededor de la identidad, se ubican entre las bandas más interesantes del género shoegaze y dream pop que reactualizan una musicalidad noventera en este presente local.
Shis canta, hace respirar su bajo con un pulso firme y esculpe canciones que se moldean con el rigor de la tristeza y la dulzura del crecimiento. Su voz, desnuda a la distancia, infunde una explosión de ternura en cada verso. Junto a los coros de Lucas, transforman la reflexión en sentimiento puro. Las guitarras de Lucas y Tom dialogan serpenteantes en cada canción, a veces aportando un brillo nítido que corta las sombras, otras oscureciendo la luz. Mientras tanto, los samples y sintes de Tomi engloba las composiciones en una corriente subyacente que atrapa o explota en momentos precisos. Mati arrasa la batería con una delicadeza feroz, martillando el latido de FUUN. Juntos, forjan una tormenta de sentimientos, con cada nota y matiz impregnado del candor puro de la conexión humana.
En sintonía, “Figurita repetida” es un adelanto del EP INMUNDO, próximo a editarse en alianza con Casa del Puente Discos. Una base calme abre el sencillo pero pronto llega una vorágine delirante de guitarras: las notas se estiran y se arremolinan, las siluetas imaginarias flotan en una tormenta eléctrica, donde diversos colores fantasmáticos colisionan y se estrellan: azules que resplandecen, naranjas que se encienden, magentas que se funden en una neblina febril. La memoria y el movimiento se fusionan en un sueño febril de brillo roto. El tiempo se fragmenta, la arena se escurre entre los dedos, el cielo destella fugazmente.
En esta tormenta tartamudeante de distorsión, la realidad se deshilacha en los bordes, la luz y la oscuridad danzan, las figuras se desvanecen en la abstracción, mientras las formas se quiebran, se recomponen y se difuminan. Las líneas se fracturan, capturando el colapso de los momentos, la desintegración del espacio y del yo. “Quiero que todo el tiempo todo trate sobre mí”, canta Shis sobre un etéreo pasaje de bajo con reminiscencias al rock alternativo de los 90. Esta travesía onírica da paso a un sampleo de una belleza cautivadora: unos cantos de pájaros acompañan el resto de confusión hacia un lugar sereno, como si se tratara de aves danzando de un árbol a otro en un bosque desierto en pleno cortejo de amor.
Entretejida con hilos de una necesidad urgente de afirmar la propia existencia, las fronteras algorítmicas virtuales y reales se disuelven bajo un diluvio de texturas shoegaze, creando una tormenta sonora envolvente que se siente a la vez intensa y desintegradora. Es un viaje febril a través de emociones conflictuadas, donde el deseo de ser reconocidx se enfrenta a la realidad.
La banda porteña formada en diciembre de 2023 ha sacado hasta el momento un EP de tres canciones en marzo de 2024 llamado Mala Suerte, y en diciembre lanzó “Destiempo”, un sencillo más introspectivo que puede indicar hacia dónde se dirige la búsqueda sonora del quinteto. Se impone verlos en vivo: su enfoque del género no pasa desapercibido y demuestran ser más que una promesa. Su marca ya está presente en el nuevo under.
